Caminante no hay camino, se hace el camino al andar ♫

La vida sigue siempre, sin importar que pase. El tiempo mismo es igual con todos, el no discrimina ni tiene consideracion, el siempre sigue su curso sin importar nada, raza, religion, color, ideologia politica, condicion economica, y demas.




El tiempo siempre sigue recordandonos que la vida aun no a termando, y que la ultima palabra aun no esta dicha.




Recordandonos que la vida es un juego, con altas y bajas, donde para ganar solo hay que seguir jugando...



martes, 17 de enero de 2012

Dulce ironia ~

La miro fijamente frente a mi, escrutinio en sus ojos intentando encontrar lo que todo el mundo le ve si ella no es nada, es tan solo un ser cobarde que teme mostrarle al mundo quien es realmente, un ser frio y vacio; pero aun asi ella es quien es.
  Sus labios color carmesí, sus ojos delineados y esa fina capa de maquillaje que cubre su rostro hacen que se vea tan bella ¿Quién no querría ser como ella? Con un solo chasquido tendría a cualquier chico junto a ella, jamás estaría sola pero ¿a qué precio? A costa de su propia personalidad.
  ¿Cuando se convirtió en quien ahora es? Tan lentamente que no pude ni percatarme, darme cuenta para pegar un grito de auxilio intentando evitar ese inevitable futuro. Veo como una de sus manos agarra de desmaquillante frente a mi y poco a poco se quita la máscara para volver a ser quien en realidad es.

  "Esa conocida tan desconocida."

 Me levanto de mi lugar frente al espejo mientras me quito el resto de mi disfraz caminando por la habitación. Dejo caer esos incómodos tacos y esa maldita minifalda en el piso, me saco la blusa y siento como si hubiese estado conteniendo la respiración por todo ese tiempo, poco a poco vuelvo a ser yo.
  Suelto mi alborotado cabello y me paro una vez más frente al espejo. Esa es la verdadera yo, la que no debe respetar estereotipos, aquella que no temería gritarle al mundo “esta soy yo” o eso es lo que me gustaría pensar.
  Veo en la ventana el titilar de millones de estrellas en el cielo reluciendo como si fuese un manto de perlas esperando a que alguna bella mujer se apropie de ellas. La envidiaba, siempre observando desde las alturas, sin necesidad de aceptación, brillando con su luz propia y resplandeciendo cada una a su modo, sin necesidad de parecerse a otras.
  Poco a poco me acuesto en la cama para cerrar los ojos y dejar que Morfeo me llene de paz. Mis músculos se relajan mientras que una suave niebla nubla mi percepción de lo que me rodea.

“Descanza, es cuestión de unas horas para volver a enfundarte en aquel disfraz, ponerte una vez más la máscara de indiferencia y enfrentar al mundo”




No hay comentarios:

Publicar un comentario